星期一, 五月 30, 2005

Presentación inconclusa.

“Y como soy feliz y canto y bailo,
Ellos piensan que no me hicieron ningún
Daño
Y se han ido a alabar al Rey, a Dios y a su
Obispo,
Que fabrican un paraíso con nuestra
Miseria”.


(Cantos de la experiencia, William Blake, 1784.)


El mundo vive un proceso de transformaciones aceleradas. Ello incumbe tanto el nivel ontológico (el ser y sus condiciones), el epistemológico (que relación establecemos con el ser) y el metodológico (como nos relacionamos con el).
Junto a Claude Lévi-Strauss, concebimos a las sociedades humanas como sistemas de intercambio de mensajes.
Estos se organizan en lenguajes que operan a tres niveles distintos pero permanentemente interrelacionados del quehacer humano, dando a su vez origen a sistemas específicos de acción, sujetos a temporalidades diferentes.
La manera particular en que estos lenguajes se articulen en un topos social (relaciones del ser humano consigo mismo, con el resto de los seres y con la naturaleza), da origen a las culturas humanas.
Estos tres niveles del intercambio de mensajes son la reproducción, la producción y el lenguaje. La reproducción –inscrita en un tiempo largo-, origina las relaciones de parentesco, los “objetos” del intercambio, son los seres humanos mismos, que son cedidos por dos familias, la de la madre y la del padre, para constituir una nueva.
La producción –que inscribimos en un tiempo medio-, que origina las relaciones económicas, tiene por objetos del intercambio a los productos que requerimos consumir. El lenguaje –que transmite las ideas y es del orden del tiempo corto-, tiene por objetos de intercambio a las palabras.
Las sociedades humanas han tenido distintas formas de organizar sus relaciones a lo largo del tiempo. Es bueno recordar que desde la aparición del homo sapiens (hace unos dos o tres cientos mil años) hasta el surgimiento del modo de producción capitalista, alrededor del siglo XV, las sociedades se organizaban sobre el modelo de las relaciones de parentesco. A partir de la emergencia del capitalismo, lo determinante de la organización y control de las sociedades fue la posesión de bienes económicos, es decir, las relaciones económicas. Por cierto que los seres humanos para reproducirse debieron tener algún tipo de intercambios económicos y que allá y acá hubo intercambios del nivel del lenguaje, pero pensamos en las categorías relacionales dominantes.
Muy velozmente, el tiempo corto de las relaciones de intercambio de mensajes del nivel del lenguaje, ha adquirido la forma de una mutación. Si la oralidad fue la forma primaria de intercambio de mensajes desde la aparición del hombre hasta la revolución neolítica, con el aprendizaje de la agricultura y la domesticación de animales, el establecimiento en ciudades, la aparición de las clases sociales y las jerarquías, la escritura que se le asocia, desde unos 3.500 años antes de nuestra era, marcaría su dominancia en el ámbito de la circulación de mensajes.
Aunque por cierto, coexistiendo con la oralidad, esta pasa a tener un rol secundario. Este modo de transmisión del lenguaje, que es lo escrito, sufrirá a su vez una primera gran mutación con la invención de la imprenta, una segunda con la máquina de escribir y una nueva gran transformación con la digitalización. En el momento presente, el gran cambio cualitativo que sufre la escritura de nuestros días, tiene que ver con la aparición del hipertexto y el protocolo de html que permite Internet.
La velocidad con que estas transformaciones se producen, es tan radical como la mutación que sufre el soporte del mensaje: si el papel soportaba el texto, la pantalla soporta la imagen. Entramos pues en el espacio comunicacional de una mediosfera icónica (R.Gubern). Nuevas herramientas mentales son necesarias para entender este nuevo mundo. Si a la oralidad correspondió la construcción de conceptos y a la escritura la generación de teorías, a la digitalización corresponde el simulacro (P-Lèvy). Y no deja de ser notable, constatar que el sistema textual, no tiene efectividad en nuestro medio. Por cierto seguimos escribiendo y me atrevo a decir que en profusión, pero siempre dentro del doble encierro de la “grey literatura”, es decir de los formatos administrativos, del reglamento y la norma y de la carencia de mecanismos para discutir con propiedad los contenidos latentes que sostienen las representaciones que esos documentos hacen manifiestos.
De tal manera, siguiendo un modelo republicano institucional que la dictadura no hizo más que llevar al paroxismo, convertimos la función pública en un espacio dónde se acatan las órdenes jerárquicas sin discusión, dónde esas no requieren del soporte argumentativo que las autentifique y en el cual hemos tomado el reglamento por la teoría, mutilando de paso la dinámica que nos permitiría ajustar nuestra acción a la innovación y el cambio. Sin embargo, en coincidencia (sincronía en térmisno junguianos), la irrupción del uso masivo de las nuevas tecnologías de Información NTI o TiCs, ha venido a alterar desde el centro esas prácticas. De manera insensible, tal como lo señala Regis Debray, la política ya no se hace en los palacios, sino en los laboratorios, instalando un sentido emergente y no esperado a la democratización de nuestras instituciones, como entes dialógicos orientados al cambio.